Resistencias bacterianas.
Muchas bacterias, hongos y virus acaban creando resistencias frente a los agentes antimicrobianos habitualmente empleados contra ellos, por lo que no se puede predecir la sensibilidad de estos microbios a los quimioterápicos, debido a que los patrones de resistencia cambian constantemente. Existen diferentes tipos de resistencias:
- Resistencia natural o intrínseca. Se da en bacterias que carecen de diana para un antibiótico determinado.
- Resistencia cruzada. Se debe a un mismo mecanismo de resistencia que afecta a varios antibióticos de una misma familia. A veces, puede afectar a antibióticos de familias diferentes.
- Resistencia asociada. Afecta a varios antibióticos de distintas familias. En general, se debe a la asociación de varios mecanismos de resistencia.
- Resistencia adquirida. El antibiótico no crea resistencia, pero selecciona las bacterias resistentes eliminando las sensibles. Es lo que se conoce como presión de selección.
Contrariamente a las resistencias naturales, las resistencias adquiridas son evolutivas, y el aumento de la frecuencia de las cepas resistentes se debe casi siempre al mal uso de los antibióticos.
MECANISMOS DE RESISTENCIA ADQUIRIDA
El mecanismo genético de adquisición de una resistencia puede ser por:
- Mutación de un gen implicado en el mecanismo de acción de un antibiótico.
- La adquisición de genes de resistencia transferidos a partir de una especie perteneciente a una misma cepa o de otra diferente.
- Producción por la bacteria de enzimas que inactiven el antibiótico.
- Modificación de las proteinas del enlace con el antibiótico.
- Impermeabilidad de la pared bacteriana por modificación o disminucion de las porinas (proteinas de la membrana celular que intervienen en el intercambio celular).
- Mecanismo de efusión: expulsión de la molécula por un transporte activo.
Debido a lo anterior, es necesario estudiar la sensibilidad individual de cada patógeno a los antibióticos para elegir el agente con las características farmacológicas más apropiadas según el siguiente criterio: el más activo contra el patógeno, el menos tóxico para el huésped y el más económico.
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