Cambios generales asociados al envejecimiento.
En el proceso de envejecimiento se producen cambios anatomofisiológicos en el plano físico, orgánico, funcional, mental y píquico, que predisponen al adulto mayor a presentar determinadas patologías. Estos son algunos de los cambios asociados a dicho proceso:
1. Anatomía y sistema musculo esquelético.
A partir de los 50 años, la talla disminuye unos 5 mm/año, debido a cambios posturales, mayor flexión de cadera y rodillas y disminución de la altura de las vértebras y de los discos intervertebrales. El peso alcanza su máximo a los 50 años para luego disminuir progresivamente.
Entre los 30 y los 80 años se pierde un 30 a 40% de la masa y fuerza muscular por la menor actividad de la hormona del crecimiento y andrógenos. Dicha pérdida no es lineal y se acelera con la edad. También hay disminución en la actividad osteoblástica con decremento de la masa ósea y reducción del grosor cortical. Se produce osteoporosis en caderas, fémur y vértebras.
También puede aparecer osteomalacia (fallo en la mineralización de la matriz ósea y hueso mal calcificado por déficit de vitamina D).
La regeneración de tendones y ligamentos se vuelve más lenta.
2. Sistema cardiovascular.
El corazón aumenta su tamaño y peso, presentando un aumento del grosor de ambos ventrículos como respuesta a la mayor resistencia vascular.
Esta hipertrofia de los miocitos produce una disminución de la distensibilidad miocárdica y un mayor tiempo de relajación. También se produce una disminución del número de miocitos.
A nivel miocárdico, hay degeneración celular con infiltración grasa que puede comprometer al sistema de excitación cardíaca.
Asimismo, hay tendencia al aumento de depósitos de colágeno, provocando fibrosis y rigidez ventricular. Las válvulas presentan calcificaciones, con la consiguiente insuficiencia o estenosis valvulares.
El tejido excito-conductor tiene pérdida progresiva de su actividad como marcapasos, por lo que aumenta la frecuencia de arritmias pasivas y bloqueos.
La arterias se endurecen y se acumulan depósitos de ateromas que derivarán en riesgo aterotrombótico y cardioembólico con el consiguiente riesgo de S.C.A.
3. Sangre y coagulación.
Aunque la anemia se asocia al envejecimiento, una adecuada nutrición y la ausencia de patologías, debería evitar la reducción en el recuento hemático.
El tiempo de protrombina y el TPT no cambian con la edad. Pero el fibrinógeno aumenta sustancialmente, así como los factores VII, VIII, con incidencia en la formación de coágulos.
4. Sistema respiratorio.
Los cartílagos costales se calcifican y la columna tiende a presentar cifosis con aumento del diámetro antero-posterior del tórax, disminuyendo la distensibilidad de la pared muscular.
Disminuye la elastina de la pared bronquial, así como el colágeno y aumento de la secreción mucosa, aumentando el número de células caliciformes.
La capacidad vital decrece. El esfuerzo espiratorio aumenta por pérdida de elasticidad del árbol bronquial, y por pérdida de musculatura implicada en la respiración.
Todos estos cambios repercuten en una disminución de la PaO2.
5. Sistema renal y vías urinarias.
Los riñones sufren importantes cambios, por lo que en situaciones de sobrecarga para la actividad excretora renal, tales como hipoperfusión, uso de nefrotóxicos o patologías que afecten al riñón, puede aparecer insuficiencia renal.
Las disminución del flujo renal, la mayor permeabilidad de la membrana glomerular, la menor superficie de filtración y el aumento de uso de fármacos nefrotóxicos, son los factores que causan la disminución de la función renal.
Asimismo, la obstrucción prostática por H.B.P. en hombres y la caída de estrógenos en mujetes, presentan una mayor tendencia a la producción de litiasis renal.
6. Sistema nervioso.
Uno de los más afectados. El peso cerebral disminuye, el flujo cerebral se reduce y se pierden neuronas.
La pérdida de mielina disminuye la velocidad de respuestas. También disminuyen los receptores de catecolaminas, serotonina y opoides.
Se altera el patrón del sueño. Dificultad en la conciliación y despertares precoces, reducciendo el número de horas de sueño y su efecto reparador.
7. Sistema digestivo.
Disminución de la capacidad de percibir los sabores dulces y salados.
Los dientes presentan retracción de los recesos gingivales, reducción de la pulpa dental por mala perfusión e inervación. También hay una disminución de la producción de saliva.
A nivel del tubo digestivo, se produce una tendencia a la diverticulosis.
Pérdida por alteraciones de los plexos entéricos de la coordinación de los músculos esofágicos --> riesgo de broncoaspiración.
El debilitamiento del diafragma hace más frecuente la existencia de hernias hiatales.
La reducción de elasticidad de la pared del recto y la disminución de la motilidad intestinal conduce a la constipación y génesis de fecalomas. También isquemias mesentéricas y de colon.
Disminuye la elasticidad de las fibras del esfínter anal, lo que puede derivar en incontinencia fecal.
A nivel gástrico, la incidencia de helicobacter pylori aumenta, lo que sumado a una reducción de los mecanismos de defensa hace más frecuentes la existencia de úlceras pépticas.
La capacidad de metabolización hepática es menor provocando cambios en la fármacocinetica de muchas drogas.
8. Sistema endocrino.
Pituitaria: tendencia a la formación de adenomas, la ADH se encuentra más activa frente a la renina que disminuye y la aldosterona aumenta --> H.T.A.
La hormona del crecimiento (GH) disminuye pero la prolactina no sufre grandes cambios.
Glucosa e Insulina: no hay disminución de la secreción pancreática de insulina; pero hay mayor resistencia de los tejidos periféricos a su acción. La secreción y efecto del glucagón suelen conservarse.
Tiroides: se vuelve más fibroso y nodular, disminuyendo la secreción de T4.
Paratiroides: el nivel de hormona paratiroídea se incrementa para mantener los niveles de calcio. La calcitonina, aunque disminuye, mantiene su actividad.
Glándulas suprarrenales: pérdida de la capacidad de tolerar el estrés por disminución de la secreción de glucocorticoides.
9. Sistema inmunológico.
A nivel celular, pierde capacidad para reparar efectos deletéreos a radiaciones ionizantes.
En el adulto, el timo se transforma en un órgano vestigial.
Los macrófagos no presentan alteraciones pero se reducen los linfocitos T y se reduce la respuesta humoral. O sea, su función se ve deprimida.
Estos cambios se traducen en un aumento de la tasa de infecciones, alteraciones autoinmunes e incapacidad de controlar tumores incipientes malignos.
10. Piel y fanéreos.
La piel, por su extensión, es el órgano más susceptible de recibir daño ambiental, s.t. por la acción del sol.
Debido a la pérdida de elastina, melanocitos, queranocitos y colágeno, se hace más arrugada, delgada, seca, transparente, menos elástica, mas amarillenta y aumenta la tendencia a la displasia celular.
Los folículos pilosos y las glándulas sebáseas se atrofian.
Las uñas reducen su velocidad de crecimiento, aumentan su grosor, volviéndose opacas y más duras por aumento de la queratina.
11. Oído.
En el oído externo se produce acumulación de cerumen que dificulta la audición.
A nivel de oído medio se produce adelgazamiento de la membrana timpánica y pérdida de su elasticidad, así como disminución de en la conducción del sistema óseo. Estos cambios provocan pérdida de audición principalmente en tonalidades bajas.
12. Ojo y Visión.
La órbita pierde contenido graso, produciendo efecto de ojos hundidos, entropion o ectropion.
La pupila reduce su diámetro, y el iris disminuye la capacidad de acomodación por fibrosis muscular.
El cristalino aumenta su tamaño y se vuelve más rígido. Puede aparecer afaquia (cataratas) por deshidratación de la lente. También, reducción de los conos con pérdida de agudeza visual.