viernes, 13 de noviembre de 2020

Vacunas basadas en ácidos nucleicos (ADN y ARN mensajero)

(A fecha de 13/11/2020)

El mecanismo de acción de las vacunas tradicionales consiste en introducir en el organismo un patógeno inactivado, atenuado o una fracción de éste como antígeno para que nuestro organismo desarrolle los anticuerpos frente al germen.

En las vacunas basadas en el ARN mensajero (ARN-m) el concepto es totalmente diferente, ya que lo que hace es proporcionar, mediante una cadena de ARN, las instrucciones necesarias para que nuestro organismo produzca el antígeno. En el caso del SARS-CoV-2, el antígeno es la proteína S (spike protein), con capacidad de activar el sistema inmune.

El ARN-m de un antígeno concreto, puede ser construido artificialmente en el laboratorio e introducido en el organismo para que ingrese en las células. La secuencia de ARN-m contiene las instrucciones específicas para sintetizar el material de la célula y crear el antígeno específico para que la reacción inmunológica se inicie.

Esta primera vacuna consta de dos dosis; la inmunidad comienza a la semana de la segunda dosis o al mes de la primera.

Recordar que el ARN es la molécula encargada de transcribir la información genética que contiene el ADN, posibilitando la síntesis de proteínas.

A N T E C E D E N T E S

Esta tecnología no es nueva. A principios de los 90, una vacuna directa de ácidos nucleicos en ratones, condujo a la expresión in vivo de proteínas codificadas en el ácido nucleico inyectado.

Simultáneamente, otros estudios demostraron que la entrega de ADN codificante de proteínas patógenas, provocaba una respuesta inmune contra infecciones, abriendo la puerta al desarrollo de vacunas ADN o ARN.

Actualmente, las vacunas con ARN-m han sido impulsadas por el desarrollo de métodos que aumentan su estabilidad y mejoran la producción de proteínas antigénicas mediante la entrega de ARN-m a la célula.

VENTAJAS E INCONVENIENTES

La ventaja de las vacunas de ARN-m es que, a diferencia de las vacunas de ADN, no necesitan ingresar en el núcleo celular para producir el antígeno, sino que lo hacen en el ribosoma del citoplasma.

Las vacunas basadas en ácidos nucleicos son eficaces, seguras y muy versátiles, ya que esta tecnología permite diseñar y obtener un ARN-m concreto para cada vacuna, previniendo una amplia gama de enfermedades. Tampoco presentan riesgo de alterar la secuencia del ADN natural de la célula.

Otra de sus ventajas es que se pueden producir in vitro, es decir, fuera de las células, utilizando una plantilla de ADN o ARN que contenga la secuencia específica del antígeno.

Uno de sus principales problemas es que el ARN se degrada rápidamente y es necesario mantenerlo en una cadena de frío a -80ºC, lo que plantea serios problemas de almacenamiento, logística y distribución. Para evitar este problema, se está estudiando el encapsulado del ARN-m en nanopartículas lipídicas (compañía Moderna).


* Las compañías Pfizer y BioNTech afirman que sus respectivas vacunas contra el SARS-CoV-2 basadas en esta tecnología y denominada BNT162b2, han demostrado una eficacia superior al 90%.

Post relacionado: Clasificación de las vacunas

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Antígeno prostático específico (PSA)

Esta prueba mide la concentración plasmática del PSA (una proteína producida por las células de la glándula prostática), ya que ésta suele elevarse en pacientes con cáncer de próstata.

Además del cáncer de próstata, existen otros procesos benignos que también pueden aumentar la concentración plasmática del PSA, entre ellas, la prostatitis (N41.X) y la hiperplasia benigna de próstata (BPH). No hay evidencias de que estas patologías sean precursoras del cáncer prostático. Del mismo modo, también es posible padecer alguna de estas afecciones junto con el cáncer.

El análisis del PSA también es útil para monitorizar a pacientes con antecedentes de cáncer de próstata, ya que la elevación de los niveles de PSA después del tratamiento, puede ser la primera señal de recurrencia. Esto suele ocurrir meses o años antes de sufrir los primeros síntomas clínicos.

Actualmente, las organizaciones médicas recomiendan una prueba anual del PSA a partir de los 40 años de edad o antes en caso de pertenecer a algún grupo de riesgo (afroamericanos y hombres con antecedentes familiares).

R E S U L T A D O S

No hay una concentración específica anormal del PSA en la sangre, ya que ésta varía con el tiempo y las circunstancias. Tradicionalmente, se considera elevada una concentración mayor a 4,0 ng/ml.

PSA libre y PSA total. Es el cociente entre la cantidad de PSA que circula "libremente" en la sangre (sin unir a otras proteínas) y la cantidad total del PSA (libre + unido). Una proporción menor del PSA libre sugiere presencia de cáncer de próstata.

El PSA libre/total se considera normal cuando es mayor al 25% (0,25) para un PSA total entre 4 y 10 ng/ml.

PSA en combinación con otros biomarcadores proteicos. La medida de la concentración del PSA en sangre junto a otros biomarcadores relacionados con cáncer de próstata en sangre u orina, indican alto riesgo de enfermedad. Algunos de estos biomarcadores son la peptidasa-2, la calicreína, el antígeno 3 de cáncer de próstata (PCA3) y la fusión génica TMPRSS2-ERG.


SENSIBILIDAD Y ESPECIFICIDAD

Numerosos estudios han concluido que algunos hombres con concentraciones de PSA menores de 4,0 ng/ml, pueden tener cáncer de próstata y otros con concentraciones más altas, no padecerlo, ya que existen muchos factores que causan fluctuaciones en su concentración: raza, prostatitis, infección de vías urinarias, biopsias y cirugía prostática. Fármacos usados para la HBP (finasterida, dutasterida), disminuyen sus niveles.

Sólo un 25% de los hombres con niveles elevados de PSA, padecen cáncer de próstata tras una biopsia. No obstante, un aumento continuo de la concentración del PSA, es un signo frecuente en el cáncer de próstata.

 
Usar un tubo de bioquímica con gel separador