martes, 30 de agosto de 2022

Cribado del primer trimestre de embarazo


Consiste en la estimación de las probabilidades de que el feto esté afectado de trisomías 21 (síndrome de Down), 18 (sd de Edward) o 13 (de Patau). Se hace independientemente de la edad de la embarazada y consta de las siguientes partes:

1. ANALÍTICA MATERNA

La extracción de sangre a la embarazada se realiza entre las 8 y las 10 semanas de gestación y mide, principalmente, dos valores bioquímicos: el de la fracción beta de la hormona del embarazo (BHCG) y los valores de la proteína placentaria asociada al embarazo (PAPP-A).

2. ECOGRAFÍA

Se realiza entre las 11 y la 13 semanas de gestación y a través de ella se puede:
  1. Datar el tiempo de gestación midiendo la longitud craneo-caudal (CRL) del feto. Para poder realizar esta ecografía debe existir un CRL entre 45 y 84 mm.
  2. Valorar la trasluscencia nucal (TN). Éste es un espacio situado en la parte posterior de la cabeza del feto. El motivo de realizar esta medida es porque los fetos con síndrome de Down tienden a tener una mayor cantidad de fluido en este espacio.
  3. También se valoran otros parámetros como son: la presencia de hueso nasal y el ángulo fronto-malar.
  4. Realizar un estudio anatómico del feto.
  5. También se puede usar un doppler para valorar dos marcadores secundarios: el ductus venoso y la válvula tricúspide, para descartar la presencia de regurgitación tricúspidea o cardiopatías frecuentes en fetos afectos de síndrome de Down.

3. CÁLCULO DEL RIESGO

Los valores del CRL, de la TN y de la analítica materna se introducen en un software de cálculo de riesgo, realizando una corrección del valor de los marcadores bioquímicos según la edad de la embarazada, el peso, la etnia o si padece diabetes mellitus tipo I.

4. INTERPRETACIÓN DEL TEST.

Se considera una gestación de alto riesgo cuando:
  1. El resultado del screening es superior a 1/250 para trisomía 21, 18 o 13.
  2. Se evidencie alguna malformación fetal en la ecografía.
  3. Se detectó alguna anomalía cromosómica en una gestación anterior.
  4. Si hubo una anomalía cromosómica en uno de los progenitores.
En estos casos, se ofrecerá un procedimiento invasivo.


martes, 23 de agosto de 2022

Gonadotropina coriónica humana (Beta-hCG) en el embarazo

HCG es el acrónimo de Human Chorionic Gonadotropin, también conocida como la hormona del embarazo. Se trata de una glicoproteína secretada por las células embrionarias desde poco tiempo después de la implantación en el útero.

El rápido aumento de los niveles séricos de Beta-hCG después de la concepción, la convierte en un excelente marcador para:

  • Confirmación temprana del embarazo.
  • Monitorización del correcto desarrollo del feto, ya que el valor se duplica cada 48-72 horas en las primeras semanas de gestación.

Los niveles de esta hormona pueden medirse a través de:

  • La orina (test convencional de venta en farmacias).
  • Sangre, más sensible, ya que puede detectar niveles de hasta de 5 mUI/ml.


RESULTADOS

Un hCG de menos de 5 mIU/ml es casi siempre negativo y positivo cuando es mayor a 100 mIU/ml. Entre 5 y 100 mIU/ml es indeterminado, por lo que hay que volver a repetir el análisis para ver su evolución.

Tener en cuenta que estos valores son siempre orientativos, y que puede haber mucha diferencia entre una mujer y otra; un embarazo normal puede tener niveles bajos de hCG y resultar un bebé perfectamente sano. Esto se debe a que:

  1. Algunos embriones tienen una implantación más lenta.
  2. Obesidad. La concentración de hCG son significativamente más baja en embarazadas obesas (IMC > 30 kg/m2), sin embargo, el tiempo de duplicación es similar al resto de embarazadas.
  3. Diagnóstico Genético Preimplantacional*. Hay estudios que relacionan un valor más bajo de la hCG con embriones a los que se ha sometido a PGD.
  4. Embriones congelados. Suele haber un menor nivel de hCG cuando la implantación se produce con embriones congelados.
  5. Embarazo ectópico.


Cuando es más alto de lo normal, hay que pensar en un embarazo múltiple, aunque hay que esperar la confirmación mediante ecografía.


(*) Técnica de prevención utilizada en reproducción asistida con la finalidad de detectar anomalías en el material genético embrional, evitando así la transferencia de embriones con alteraciones genéticas o cromosómicas.

Post relacionado: hormona antimulleriana

domingo, 7 de agosto de 2022

Fámacos usados en la RCP (según la AHA)

 
Para empezar, según la AHA, no hay evidencias suficientes que determinen cuál es el momento óptimo para administrar adrenalina y antiarrítmicos durante el paro cardíaco. A pesar de ello, nos dan algunas explicaciones de lo que se sabe y lo que no y el por qué del momento en los que recomiendan administrarlos.

1. ADRENALINA

La adrenalina hay que ponerla en su momento y en la cantidad exacta, o sea, 0,01 mg/Kg cada 3-5 minutos, ya que un exceso es perjudicial.

1.1 Adrenalina en ritmos no desfribrilables (asistolia y AESP)

En este caso, administrar la adrenalina lo antes posible, o sea, en cuando se obtenga un acceso vascular o una vía intraósea.

La razón es que en estos ritmos, necesitamos optimizar la presión de perfusión coronaria (PPC), y eso es lo que hace la adrenalina con sus efectos beta-adrenérgicos; un ventrículo isquémico que no late por sí mismo, no va a mejorar si no aumenta la PPC.

1.2 Adrenalina en ritmos desfibibrilables (FV y TVSP)

Administrar la adrenalina tras el segundo choque eléctrico (200 julios en adultos y 4 julios/kilo en niños) por las siguientes razones:
  • Una desfibrilación precoz puede reanudar el ritmo sinusal con pulso.
  • No se debe administrar tras la primera descarga porque como no se valora el ritmo tras ella, si no que se realizan 2 minutos de RCP, puede que se haya recuperado el ritmo y no lo sepamos. La adrenalina en este caso, puede provocar una nueva FV/TVSP u otra arritmia.
  • Si tras comprobar el ritmo transcurridos los dos minutos de RCP que siguen a la primera descarga, el paciente vuelve a tener un ritmo desfibrilable, se recomienda una segunda descarga + adrenalina y RCP inmediata.
  • La adrenalina administrada tras la segunda descarga, va a aumentar la PPC en un miocardio isquémico, tanto si esa segunda descarga ha eliminado la arritmia o no (que no lo sabremos hasta pasados dos minutos).
  • Si se recupera el ritmo, ese aumento de la PPC es adecuado. En caso de que no se haya recuperado, el aumento de esa PPC puede ser favorable para aumentar el éxito de una tercera descarga.

2. AMIODARONA Y LIDOCAÍNA

No hay evidencias que determinen si es mejor administrar un agente antiarrítmico antes o después de la adrenalina o, incluso, cuándo se debe administrar el antiarrítmico en una PCR. La decisión, depende de la gravedad de la situación y de la experiencia de los profesiones, que podrán modificar la secuencia de administración.

Esto es debido porque una PCR que no responde a desfibrilaciones y se mantiene con una FV persistente, podemos encontrarnos dos situaciones:
  • Mayor beneficio de la estabilización que aporta un antiarrítmico, por encima de la adrenalina, que puede incluso generar más arritmias.
  • Aprovechar el aumento de la PPC que provoca la adrenalina en las arterias coronarias y miocardio por las que, posteriormente, circularán los antiarrítmicos, mejorando la eficacia de estos.
A pesar de esto, la AHA recomienda administrar el antiarrítmico tras la tercera descarga
 
 
* La amiodarona (5 mg/Kg) se vuelve a administrar en un segundo bolo tras la 5ª descarga.